Danza del vientre. Sombras del Desierto.

Aprende danza del vientre con un enfoque diferente, cultural y saludable. Bienvenido a Sombras del Desierto. Disfruta!
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9/11/10

Aziz y las músicas de Marruecos.

Este verano, durante el Ramadán, tuve una de tantas conversaciones con Aziz, violinista y director de la escuela de música y danza Alkasaba. En esta ocasión quise grabarlo y ahora tengo el gusto de compartirlo en la revista de danza oriental Añil.
En la primera parte de la entrevista nos hablará de su trabajo y de la música, y el resultado de un trabajo conjunto precioso con Lole Montoya.
En la segunda parte nos explicará los diferentes estilos de la música en Marruecos, desde los shaabis hasta las músicas cultas, andalusíes y religiosas.
Espero que os guste y os resulte interesante.

5/1/10

Un poco de publicidad. Después ya veremos.



¿Un anuncio? ¿Por qué?
Pues porque transmite, básicamente, dos cosas que me encantan: alegría y positividad. Poco más que decir al respecto. Feliz año!

1/10/09

14/9/07

Aprender a hablar árabe en dos minutos.

Aprender a hablar arabe en dos minutos.


El Árabe y el Castellano

Alguien afirmó que cuando hablábamos castellano, en realidad estábamos hablando árabe sin saberlo. Por favor, querido lector, lea a continuación el siguiente texto y pregúntese usted mismo, cuánto ha entendido.

“El alfarero alquilaba un bazar en Guadalajara, un almacén azul cerca de la aduana y del alcalde, con una alacena para el arroz, el aceite, las aceitunas, alforjas de garbanzos, los alfajores, un fardo de limones y naranjas, los caramelos, arrobas de azúcar y quintales de café. En un rincón, junto al almanaque, la alfombra y el tambor, se dibujaba la azuzena, el alhelí y los lozanos jazmines.

El alguacil de la aldea, un alférez, golpeó adrede a un fulano en la mazmorra porque el haragán robó los candiles, las aquilatadas alhajas y los zafiros del sofá del almirante y del anaquel taraceado de marfil. Ojalá le quiten el dinero.

El alfeñique y el albañil se carcajeaban mezquinamente hasta jadear, y en jerga, de los zaguanes del arrabal por sus adobes carmesí baratos. El zutano zapateaba en la azotea sobando su jarro de alcohol”.

¡Felicitaciones! Usted ya puede hablar árabe. El 95% de los sustantivos, verbos, adverbios y adjetivos en este texto provienen del árabe. Ya puede estar pensando en la dimensión de la herencia árabe-islámica dentro de usted. Más aún, debemos tener en cuenta, que entre otras contribuciones a la lingüística castellana se encuentra la pronunciación linguo-dental de la z y el uso de la h aspirada.

Resultaba también que un número de clásicos de la literatura europea se había inspirado en ideas y temas populares. Entre ellos se consideran a Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes, Quevedo y otros escritores europeos como Dante, La Fontaine, Andersen y Grimm.

Otros nombres de ciudades y apellidos de procedencia ibérica tienen también su equivalencia árabe o viceversa como: Bambalunah (Pamplona), Belad Ulid (Valladolid), Qadis (Cádiz), Malaka (Málaga), Antaquira (Antequera), Lixbuna (Lisboa), Tulaytulah (Toledo), Sarakosta (Zaragoza), Jazirat Shuvr (Alcira), Alcoyil (Alcoy), Al-Akant (Alicante), Al-Basit (Albacete), Al-Qantara (Alcantara), Al-Qa’lah an Nahr (Alcalá de Henares), Gharnatah (Granada) y Al-Jazirah al-Khadra (Algeciras). Asimismo, los siguientes nombres de lugares pueden ser contados en esta herencia cultural: Jabuira (Evora), Corduba (Córduba), Batalyaws (Badajoz), Almunecar, Al-Mariyah (Almeria), Wadi-Ash (Guadix), Jayyan (Jaén), Salmanica (Salamanca), Majrit (Madrid), Abula (Ávila), Wadi al-Hijarah (Guadalajara), Al-Manza (Almansa), Kalat Ayub (Calatayud), Jerunda (Gerona), Lareda (Lérida), Dyaca (Jaca), Al Kacerwes (Cáceres), entre muchos otros. Intercambios culturales se dieron también indirectamente en áreas como la danza, la cocina, etc. For ejemplo, los términos albóndiga y almíbar, vienen del árabe.

Artículo extraido de

29/8/07

Guadamecíes Omeya

Antes de viajar a Egipto estoy pasando unos dias en Córdoba. Me encanta pasear por la Judería y coger energía en la Mezquita. En éste último paseo me encontré una grata sorpresa. Junto a la escuela de Arte Dramático en la que pasé varios años de mi vida se ha abierto un museo sobre Guadamecíes Omeya y Cordobanes.
El cordobán es un trabajo artesanal de cuerdo repujado. El guadamecí es mucho más laborioso, porque además suele ser plateado, dorado y policromado. Es un arte de origen andalusí que surgió en la Córdoba califal del siglo X.
Por unos momentos te trasladas a una época de nuestra historia donde la magestuosidad y refinamiento cultural que debió verse allí nunca más se ha vuelto a dar.
En una de las salas me encontré otra grata sorpresa. Se exhibe una mesa de Moreno Anguita en la que firmaron los Reyes de España en 1986. Moreno Anguita fue un gran artesano de la madera de prestigio internacional, que elaboró mobiliario para distintas casas reales y dirigió importantes restauraciones de monumentos, entre ellos muchos artesonados de iglesias sevillanas. Digna de ver es la mesa del V Centenario que actualmente se exhibe en el Alcázar de los Reyes Católicos de Córdoba.
Si quieres respirar el refinamiento de Al-andalus, sorpréndete en este museo en la plaza de la Agrupación de Cofradías, en Córdoba. Visita su web en www.artesobrepiel.com aunque te advierto que las fotos no muestran ni el 5% de la belleza de las obras, que, por cierto, se las debemos a Ramón García Romero.

17/8/07

El deseado esplendor de Al Ándalus

José Andrés Rojo 10/08/2007 EL PAIS
La llegada de los árabes a la península Ibérica en el lejano año 711 permitió el establecimiento de una civilización que ha dejado una intensa huella no sólo a través de monumentos como la mezquita de Córdoba o la Alhambra, sino también en los hábitos sociales y en el cultivo de la tierra. Al Ándalus se convirtió, según los historiadores, en el territorio más refinado del Occidente europeo. Hoy, algunos grupos islamistas añoran aquella etapa y no dudan en reclamar Al Ándalus como su vieja patria.


Los fundamentalistas islámicos de hoy reclaman como su vieja patria la lejana civilización de Al Ándalus. Lo han hecho muchas veces. Valga un ejemplo. "Que entréis con vuestros pies lavados en nuestro Al Ándalus despojado, pronto si Alá quiere", dijo el dirigente salafista Abu Musad Abdel Wadoud el pasado 11 de abril después de que tres islamistas se suicidaran en Argel al volante de tres coches bomba y asesinaran a 30 personas. "Que nuestros pies limpios pisen nuestra Al Ándalus raptada y la Quds (Jerusalén) violada", comentó inmediatamente después.

Era una civilización urbana en la que destacaban ciudades como Córdoba y Granada
La lengua árabe acabó convirtiéndose en mayoritaria entre la población a la altura del siglo X
Al Zawahiri pidió luchar para que el islam reine desde Al Ándalus hasta Irak
Volver a Al Ándalus, recuperar su antiguo esplendor. ¿De qué están hablando en realidad los fundamentalistas de hoy, qué imágenes asocian a aquella civilización que habitó durante casi ocho siglos en gran parte de la península Ibérica? "Osama Bin Laden seguramente hubiera arrasado Al Ándalus, era una sociedad demasiado permisiva para su mentalidad", comenta Jerónimo Páez, director, creador e impulsor de la fundación El Legado Andalusí. Eduardo Manzano, profesor del CSIC y autor de Conquistadores, emires y califas. Los omeyas y la formación de Al Ándalus (Crítica), explica que lo que hay no es más que la reivindicación de un elemento del imaginario musulmán que coincide con el momento de hegemonía y pujanza de esta religión. "Al Ándalus fue conquistada en plena expansión militar árabe, apenas ocho décadas después de la muerte del Profeta", explica Manzano. "El hecho de que en el extremo más occidental del mundo musulmán cristalizara una brillante sociedad plenamente integrada en ese mundo siempre ha sido visto como un signo de la enorme pujanza política, religiosa y cultural que albergaba el islam primitivo".
Luego vino la decadencia. Los cristianos fueron ganando terreno, y Al Ándalus terminó por no ser nada más que una brumosa metáfora que cada cual interpretaba a su manera. Al Qaeda mira aquel esplendor para curarse del declive humillante al que se precipitó desde entonces el islam, un declive al que la organización terrorista "intenta poner punto y final regresando a una ideología de combate y guerra santa que no está dispuesta a admitir compromisos", añade Manzano.
Córdoba, Sevilla, Granada. La mezquita y Medina Azahara, la Giralda y la Torre del Oro, la Alhambra. Podrían ser otros muchos lugares (Toledo, por ejemplo: ese ámbito mítico en el que convivieron cristianos, judíos y musulmanes) de aquella larga época en que dominaron en la mayor parte de la península Ibérica esos árabes que creían en las enseñanzas de Mahoma. Todo empezó el 27 de abril del año 711 cuando desembarcó en Gibraltar Táriq Ibn Ziyad, lugarteniente del gobernador de Tánger, al mando de 9.000 hombres: no tardaron mucho en derrotar a los visigodos. En pocos años habían llegado hasta las zonas más septentrionales de la península, donde resistieron los vascones de Navarra y los reinos astures, y en su vigoroso avance quisieron penetrar en Francia, donde fueron detenidos en la batalla de Poitiers (732). Así que se quedaron a este lado de los Pirineos.
En su reciente libro Los desheredados (Aguilar), Henry Kamen habla de aquella temporada. "En el siglo X el territorio llamado Al Ándalus -una cuarta parte de la España actual- era un país totalmente controlado por los musulmanes y el más poderoso y refinado de Europa occidental". Era una civilización urbana en la que destacaban ciudades como Córdoba o Granada con una avanzada organización política y social, que nada tenía que ver con los reinos cristianos del norte, con una economía principalmente ganadera y agrícola. "Los árabes trajeron el olivo, el pomelo, el limón, la naranja, la lima, la granada, la higuera y la palmera", escribe Kamen. En la agricultura andaluza de entonces predominaron las habas, los garbanzos, las habichuelas, los guisantes y las lentejas, ya que los árabes no comían cereales. Sazonaban sus platos con "canela, pimienta, sésamo, macis, anís, clavo, jengibre, menta y cilantro, especies desconocidas en el resto de la Europa cristiana". La lana, el algodón, la seda, el vidrio, las armas y el cuero fueron algunas de las industrias que se desarrollaron en Al Ándalus y la agricultura "se benefició de la eficaz irrigación".
"De Al Ándalus permanece una suerte de espíritu del lugar y un impresionante patrimonio monumental y cultural", explica Jerónimo Páez. "La belleza de sus edificaciones, su exquisitez, los jardines construidos con tanto mimo y donde todo gira alrededor del agua, la delicadeza, la poesía. Fueron maestros en la arquitectura íntima, cuidando todos los detalles (olores, sabores, colores) para vivir hacia dentro". Fue un mundo sofisticado, donde se produjo un profundo mestizaje y donde, pese a los conflictos, consiguieron coexistir musulmanes, cristianos y judíos. ¿Es ésa la civilización que reclaman los fundamentalistas?
Claro que no se puede reducir ese largo dominio de casi ocho siglos a una imagen única y rotunda. Al principio (711- 756), Al Ándalus fue la parte extrema, la occidental, de los vastos dominios de los omeyas. Un emirato que dependía de Damasco. Abderramán I, en el año 756, proclamó la independencia del emirato de Córdoba e instauró allí una dinastía que gobernó Al Ándalus hasta 1031.
Fue, desde 956 y gracias a Abderramán III, un califato. Para entonces era tal ya el acoso de los reinos cristianos, que presionaban de norte a sur, que Al Ándalus inició su proceso de descomposición, generando distintos reinos independientes llamados taifas, que fueron unificados temporalmente durante las invasiones de almorávides y almohades. De todos ellos quedó al final, entre 1238 y 1492, el reino nazarí de Granada. Fue el último reducto de la presencia árabe en la península Ibérica.
Córdoba, Sevilla y Granada, como momentos distintos de esa larga historia. La mezquita y el palacio de Medina Azahara de la primera de estas ciudades quedan como testimonio del inmenso poder de aquel emirato que llegó a la cima de su esplendor con Abderramán III. Sevilla es el ámbito donde se puso de relieve el empuje de los almohades, con la construcción de espléndidas mansiones para los cortesanos, de una gran mezquita, de la que ha sobrevivido la Giralda, y de una fortificación, de la que queda la Torre del Oro. La Alhambra resume los estertores de aquella civilización, que aguantó todavía dos siglos el avance de los cristianos hasta que cayó en 1492 con los Reyes Católicos. La caída de Granada no significó el fin de la presencia musulmana en España. Sobrevivieron como moriscos, enorgulleciéndose de su condición y luchando por conservar su cultura. Fue en 1580 cuando, durante el reinado de Felipe II, se tomó la decisión de expulsarlos. La orden se llevó a la práctica en 1609, y salieron de España 300.000 moriscos, los últimos vestigios de una historia larga y tumultuosa, pero apasionante.
¿Qué característica fue la más relevante de aquella civilización? "La principal seña que define Al Ándalus es su configuración como sociedad árabe e islámica", explica Eduardo Manzano. "Árabe debe entenderse no en un sentido meramente étnico -esto es, referido a los individuos de este origen que llegaron a la península como consecuencia de la conquista del año 711-, sino cultural e identitario. La lengua árabe acabó convirtiéndose en la mayoritaria entre la población y a la altura del siglo X el latín prácticamente había desaparecido en Al Ándalus. Los descendientes de la población indígena se arabizaron, como también lo hicieron los descendientes de los soldados bereberes de origen norteafricano que habían acompañado en gran número a los conquistadores árabes del año 711 y que, a su vez, habían sido sometidos en las décadas previas. Asimismo, la islamización de la sociedad andalusí -esto es, la conversión mayoritaria de sus gentes al islam- es un hecho evidente que se aprecia tanto en la multiplicación y ampliación de mezquitas, como en el creciente número de gentes dedicadas al conocimiento religioso (esto es, los ulemas) que eran de origen indígena: ya en la segunda mitad del siglo IX se calcula que aproximadamente la mitad de los ulemas de los que tenemos noticia eran descendientes de conversos".
Durante siglos convivieron (a ratos, mejor; a ratos, peor) musulmanes, cristianos y judíos en Al Ándalus, ¿pero qué fue lo que diferenció de manera más radical a los que gobernaban en las dos zonas en que quedó dividida la península? "Más que en la religión, la diferencia hay que buscarla en la manera de ejercer el poder, en la diferente relación entre gobernantes y súbditos, y en el hecho de que la sociedad cristiana estaba regida por el derecho civil, y la musulmana por el derecho religioso", dice Jerónimo Páez, director de la fundación El Legado Andalusí. "En los reinos cristianos hubo entre el poder real y el pueblo algunos espacios que permitieron que se fueran consolidando las clases emergentes, como los comerciantes o la burguesía, de forma que existieron diversos estamentos de poder, junto con la nobleza, la iglesia y la monarquía. Entre los musulmanes, quienes gobernaban se consideraban descendientes del Profeta y en el vértice del poder convivían los ulemas con los mandatarios, lo que difícilmente permitía fisuras. Luego estaba el pueblo, pero no había clases sociales que pudieran arañar esferas de poder real, era una sociedad vertebrada a partir de clanes y linajes. No había una ley de sucesión clara, y como consecuencia de la poligamia existían numerosos descendientes con aspiraciones a gobernar, lo que dio lugar a todo tipo de conflictos, sediciones y rebeliones, en definitiva, numerosos periodos de inestabilidad social. Por otra parte, no existía un concepto de Estado, nación y territorio, que permitió una mayor estabilidad en los reinos cristianos. En estos últimos, la existencia del derecho privado facilitó que avanzara la sociedad civil y que se limitara el despotismo de los poderes públicos, además de permitir la división de poderes, que en el fondo se controlaban unos a otros. En el mundo musulmán se gobernaba a través de la charia, y no existía realmente diferencia entre el poder civil y religioso. No surgieron, por tanto, diferentes estamentos con poderes e intereses propios, y nunca llegó a considerarse que la legitimidad política estuviera basada en la voluntad popular y no en la voluntad del rey".
Tal vez esa imposibilidad de que la clase burguesa llegara a tener una influencia determinante y a imponer su espíritu comercial, laico y de progreso económico, más allá de la voluntad divina, o del monarca, o del sultán fue, según Jerónimo Páez, una de las causas de la debilitación de las sociedades islámicas. Si los comerciantes europeos, a partir del declinar de la Edad Media, fueron decisivos en la configuración de las nuevas sociedades y las empujaron hacia el futuro, en el mundo islámico fueron postergados, carecieron de todo protagonismo, y no consiguieron ser un factor de cambio y modernización.
Hans Magnus Enzensberger, en El perdedor radical. Ensayo sobre los hombres del terror (Anagrama), apunta que la infraestructura de los países islámicos "se estancó en niveles medievales hasta entrado el siglo XIX", y escribe: "La primera imprenta con capacidad de producir libros escritos en árabe se fundó con un retraso de tres siglos". Max Rodenbeck, en El Cairo. La ciudad victoriosa (Almed), reflexiona en ese mismo sentido: "Los árabes habían practicado la impresión con bloques de madera desde una fecha tan temprana como el siglo IX -600 años antes de Gutenberg-, pero aquella ciencia se había extinguido y, aunque se conocía el avance europeo de los tipos móviles, la clase educada de El Cairo había rechazado aquella invención por miedo a que su uso pudiera poner en peligro el monopolio efectivo de la palabra escrita".
En uno de sus llamamientos, grabado en vídeo y en el que aparecía vestido con la típica túnica árabe y turbante, el número dos de Al Qaeda, el médico egipcio Ayman al Zawahiri, defendía en julio del año pasado la necesidad de la guerra santa contra Israel y los cruzados, y exhortaba a los musulmanes de todo el mundo para que lucharan hasta que el islam reine "desde Al Ándalus hasta Irak". La recurrente obsesión por el paraíso perdido, por la edad dorada, por el viejo esplendor. ¡Qué sueño más quimérico ése de recuperar lo que ya se ha ido y que fue tan distinto en épocas remotas! Pero los mitos prenden en las multitudes y sería trágico que con la pólvora de Al Ándalus se derramara una sola gota de sangre.

8/2/07

El mito de la invasión árabe

El ganador del premio «Jovellanos» en 2002 considera que Al-Andalus fue un prerrenacimiento europeo»
González Ferrín califica de «mito histórico» la invasión árabe
La Nueva España 24-09-2006
El profesor de la Universidad de Sevilla, Emilio González Ferrín (Ciudad Real, 1965) sostiene que la invasión árabe de España del 711, año en que las fuerzas musulmanas derrotaron a las visigodas en la batalla del Guadalete, «es un mito que no se sostiene históricamente». González Ferrín, ganador del premio de ensayo Jovellanos en 2002, acaba de publicar «Historia General de Al-Andalus. Europa entre Oriente y Occidente» .
González Ferrín considera que «no existió la posibilidad de que los árabes hicieran en tres años lo que al Imperio Romano le costó 30 años con dos legiones completas» y añade que «la tesis de la invasión árabe es pura literatura, nacida de la necesidad de explicar la existencia de un pasado árabe en nuestro país». Asegura que «es completamente imposible que ese componente militar viniese de Arabia, a unos 7.000 kilómetros de distancia», por lo que, a su juicio, «es ridículo creer en esa fuente, siendo dicha conquista nada más que un mito». Al hilo de ello, añadió que las primeras crónicas sobre la supuesta invasión «no se producirían hasta tres siglos después de la fecha».
En «Historia General de Al-Andalus», su última obra, González Ferrín sostiene que la España musulmana constituyó un «prerrenacimiento europeo» y cualquier lectura «coherente» de Al-Andalus confirma que el papel del cortesano en torno a los reyes, la naturaleza de tendencia descentralizadora, el auge cultural y científico y la preeminencia urbana andalusíes insinúan un primer renacimiento, «que al darse en lengua árabe no ha sido considerado como algo europeo, lo que constituye un gran error». El autor califica a Al-Andalus como un «producto exactamente peninsular, un momento cosmopolita de la península Ibérica y un proceso perfectamente natural en coherencia con toda la orientalización previa del territorio español».
«Historia General de Al-Andalus» es, según González Ferrín, un ensayo sobre la historiología, que en vez de narrar los hechos, explica cómo éstos «encajan en el puzzle de la historia». Al hilo de ello, González Ferrín dijo abordar el período andalusí «como una especie de derivación de la historia de la Iglesia bizantina y no desde la supuesta invasión del 711». A su juicio, el Islam de hoy «no tiene nada que ver con el que hubo en el pasado en territorio español» y considera «ridículo» que en el mundo islámico radical reivindique Al-Andalus para sí.
Emilio González Ferrín es profesor de Pensamiento Árabe e Islámico en la Universidad de Sevilla. En 2002 obtuvo el premio internacional de Ensayo «Jovellanos» por «La Palabra Descendida», una lectura cultural del mundo coránico.

31/1/07

Medina Azahara I

Durante esta ola de frio tan inesperada hemos podido tener imágenes tan bellas como Medina Azahara en plena nevada.
Medina Azahara, Córdoba

"Apenas a un tiro de piedra de la Ciudad de los Califas, tan efímera como su nombre, se halla la antigua Madinat al-Zahra o Medina Azahara, ejemplo de ciudad andalusí. Fue levantada por orden del califa cordobés Abd al-Rahman III en el siglo X (entre los años 936 y 976) en el Monte de la Novia o Chábal al-Arus, para ser la capital del Califato residencia real y sede del gobierno. Dice la leyenda que fue su favorita Zahra, cuyo nombre significaba "La Flor" quien le sugirió construir una hermosa ciudad extramuros de Córdoba, un lugar magnífico en el que se materializaran el placer, la belleza y el poder, una ciudad que llevaría el nombre de la amada y se convertiría en la "Ciudad de al-Zahra" , la "Ciudad de la Flor de Azahar". La ciudad reflejaría el esplendor del califato y todo el lujo, magnificencia y poder del último de los grandes califas cordobeses. Sin embargo, Medina Azahara, tal vez la más hermosa de las ciudades andalusíes parecía estar condenada a desaparecer."
Continuará...

1/10/06

Ser andaluz...

"Ser andaluz es la forma que yo tengo de ser persona"
Carlos Cano