Danza del vientre. Sombras del Desierto.

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23/9/07

El Desierto Blanco

La mayoría de los viajes a Egipto se concentran en el Nilo, pero hay otros lugares que cada vez están despertando mayor interés en los viajeros que no solo buscan turismo arqueológico.
Tal es el caso de El Desierto Blanco o Sahara al-Badya.
Llegamos allí tras hacer escala en el oasis de Bahariya. Antes de llegar paramos en una de las fuentes de la zona. El agua se saca mediante bombas, y según el sitio puede salir fría, a 35 o incluso a 60 grados (en ésta última no aguante con las manos dentro ni dos segundos). También, dependiendo de la fuente el agua tiene diferentes propiedades según los minerales que disuelve. Nos dimos un buen baño en una de ellas, y ese agua era muy rica en hierro.
Esto fue de camino hacia del Desierto Blanco, habiendo pasado por el Desierto Negro, cuyas formaciones rocosas de basalto nos parecieron muy espectaculares... hasta que llegamos al Blanco.
También de camino pasamos por la Montaña de Cristal, un promontorio de cristal de cuarzo con formas muy curiosas y llamativas.
Un momento muy espectacular y sobrecogedor fue la llegada a la Montaña de los Milagros. No voy a poner ninguna foto de ella por si algún dia vais. Ver una foto de la Montaña de los Milagros antes de ir sería como si te desvelaran el final de una buena película. Es muy impresionante. Casi se me sale el corazón a medida que íbamos llegando.
Ya estábamos cerca de nuestro destino, pero aún debíamos pasar por el Valle de las Zanahorias, que lo llaman así porque los pináculos modelados por la erosión parecen zanahorias y además tienen un cierto color anaranjado.
Pues bien, llegamos al Desierto Blanco y ya no teníamos más baba que se nos cayera. Fue justo al atardecer.
Esto parece otro planeta, y además la luz rojiza del ocaso le daba un carácter aún más mágico. El silencio es sobrecogedor. Las rocas esculpidas por el viento parecen animales, esfinges, objetos... mil cosas dependiendo del ángulo desde donde se mire. Un caballo de ajedrez se convierte en un enorme pene si lo miras desde el costado. La roca es un poco grasienta, como si fuera piedra de talco, pero en realidad es una mezcla de creta y caliza de un blanco espectacular.
Dormimos allí, tras una suculenta cena que nos prepararon los lugareños que nos guiaban, muy divertidos. Lo que quedó de la cena lo compartimos con los innumerables zorros que salen de noche a buscar alimento. Parece increible la cantidad de vida que puede haber en un desierto, pero la hay.
Me tumbé mirando al cielo. Un cielo como nunca antes había visto, y eso que soy medio de campo. Jamás ví tantas estrellas ni un cielo tan limpio ni con una paz tan absoluta.
Dormimos.
Y el amanecer... hizo llorar.

5 comentarios:

  1. @________@ *_____*

    esque no se que decir

    bueno si lo se

    joooooooo que bonito yo tambien quierooooooooo!!!!!!!!!!!


    [tu sigue on las fotitos]



    besitos bss

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  2. Para el próximo me apunto, qué imágenes!!!
    Bonita redacción

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  3. Madre mía, que experiencia!!! nunca he dormido al raso, no me he atrevido nunca...pero no debe haber una situación en la que parezca que estés unido más a la tierra que la que has contado.

    !!!!Qué maravillaaaaa!!!!

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  4. Impresionante lo que cuentas, yo me apunto también a dormir al raso en mitad del desierto..cuando nos vamos??? queremos más de Egipto!!! ;)

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