Quizás sea el momento de que todos nos hagamos eco de un mensaje positivo; no cínico, ni hipócrita, ni quijotesco, que suficientemente duro es ya mantenerse en esta profesión de bailarín.
Quizás va siendo hora de abandonar esa imagen de caos y desastre tan usada, creyendo equivocadamente, que cuanto más lloramos, más pedimos y más decimos que todo es un desastre, más vamos a obtener, o mejor nos va a ir.
Quizás no nos damos cuenta de que de esta forma, lo único que conseguimos es matar la ilusión, y si hay algo que nunca puede abandonar a quién practica este arte es ilusión y fantasía. La ilusión más delicada y la que más hay que proteger, la de los niñ@s que quieren dedicar su vida a la danza. Casi igual de importante la de sus familias que, lógicamente, no apoyarán a sus hijos para que dediquen su vida a una profesión que permanece siempre en un estado tan deplorable, según manifiestan sus propios integrantes. Y no menos importante es que alejamos a los que tendrían que cuidarnos e impulsarnos. Promotores, programadores, productores e inversores, tanto públicos como privados, ¿para qué invertir tiempo y recursos en algo que aparentemente no aporta resultados positivos?
Es cierto que existe un pasado y nunca es conveniente olvidarlo. No es conveniente porque es la base para seguir construyendo. Si hacemos memoria, la danza en la España de hace 30 años se reducía a la danza española, las danzas populares de cada región y poco más. En la década de los 80 una importante generación -por desgracia casi olvidada- encabezada por Trinidad Sevillano y Arancha Argüelles, nos abrió una ventana al inalcanzable mundo del ballet clásico. Hubiera sido imposible sin el tesón y esfuerzo de personas como María de Ávila. Y como ella, otros talentos en el mundo de la danza: Víctor Ullate, Ana Laguna, Carmen Roche, Luis Fuentes y un largo etcétera. Lamentable no haber podido disfrutar más de su arte en nuestro propio país.
Haciendo un corto repaso por lo que ha ocurrido en los últimos meses, me viene a la mente lo siguiente: María Giménez, con gran esfuerzo, saca adelante su propia compañía; Ángel Corella programa espectáculos por España con su grupo de bailarines; Tamara Rojo estrena una nueva producción del ballet Cenicienta, se le concede el Premio Príncipe de Asturias y baila junto a la compañía de Julio Bocca en Madrid; Lucía Lacarra obtiene el Premio Nacional de Danza; en mi caso, hago una gira por el norte de España junto al Ballet Nacional de Lituania y junto al San Carlo de Nápoles, en Sevilla, interpreto Don Quijote y Giselle…. Todo esto contando con el máximo interés por parte del público español pues, en la mayoría de las ocasiones hemos visto expuesto el cartel de “agotadas las localidades”.
¿Sabíais que cuando se creó el Ballet Nacional de España se hizo sin haber una sola peseta asignada en los presupuestos del Estado y que gracias a Antonio Gades y a su restaurante “Casa Gades” se adelantaban las nóminas para que los bailarines pudieran cobrar?
¿Y qué me decís de esas giras que hacían los Ballets de Antonio, María Rosa, etc. en las que los bailarines trabajaban en condiciones no muy adecuadas y se tenían que buscar la vida, una vez llegados a las ciudades?
De la danza contemporánea ya, ni hablemos, ¡¡¡que eso era cosa del demonio!!!.
De verdad, no es poco el camino recorrido en tan corto espacio de tiempo; algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos y que tendríamos que saber vender mejor.
Que como dice Kavafis, lo más importante no está en Ítaca, sino en el camino que nos lleva a ella.
Igor Yebra
03/06
Admiro infinito a todas las personas que se dedican profesionalmente a la danza. No cito nombres de todos los tipos de "bailes-danzas", pero me parece de gran valor destacar los artistas que se arriesgan y luchan por dedicarse en la vida a este arte.
ResponderEliminarDescubrí la danza contemporánea de la mano de Marta Toro y me fascinó.
Para mi esta forma de arte era totalmente desconocida y conocer a gente que transmitía tanto entusiasmo por esa danza me cautivó.Es curioso como a veces te encuentras en el camino de tu vida cosas que te gustan por pura casualidad.
La vida del artista es mmmuuuuuuuuuuuuuyyyyyyyyy duuuuuuuuraaaa y para llegar alto no sólo hay que CURRÉRSELO MUCHO (que ya es decir) si no que tienes que TENER MUCHA SUERTE.
Lo más importante para mí es que el artista JAMÁS PIERDA EL ENTUSIASMO POR SU PROFESIÓN, LUCHE POR LO QUE QUIERE Y TRANSMITA A SUS ALUMN@S AQUELLO QUE UN DÍA LE ATRAJO HASTA DONDE ESTÁ.Y, por supuesto, que le enseñe todo lo que sabe!!
Me ha gustado el artículo, aquí dejo mi opinión.
Besos.